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Filtros: la pesadilla millennial y diversión de los gen-z




La existencia de filtros “embellecedores” ha iniciado una disputa generacional entre Millennials y Centennials: Los más grandes dicen que se sienten presionados por alcanzar estándares inalcanzables, los más chicos se divierten con ellos porque saben que en el internet nada es real.


Cada vez es más evidente que los millennials se están quedando atrás en lo que concierne a la tecnología. Algunas vez catalogados como nativos digitales, hoy en día es más que obvio que las redes sociales y la generación ‘Y’ no son una buena combinación.


No se trata de nada nuevo. Desde hace un par de años plataformas como Instagram y Snapchat se han visto involucradas en polémicas por difundir filtros que, de acuerdo con los detractores, promueven estándares de belleza irreales. Ambas compañías cesaron su producción de filtros, y aprovecharon la oportunidad para permitir que creativos externos pudieran crear sus propias máscaras digitales... ¿El resultado? ¡Filtros aún más exagerados! Algunos incluso llegando al extremo de aparentar ambigüedad racial, otros simulando el exceso de cirugía plástica e incluso algunos que daban la apariencia de un maquillaje completo aunque tuvieras la carita lavada.


Pese a la farsa, la tendencia fue bien recibida por los más jóvenes, que no solamente usan los filtros en sus historias, sino que también crean TikToks y Reels de recomendaciones para que todos puedan tener pequitas falsas, pestañas postizas, ojos claros y labios más gruesos.



Irónicamente (y lo decimos porque este tipo de filtros ya tienen casi dos años dentro de la normatividad), los millennials se acaban de dar cuenta que sus celebridades favoritas no se ven como en sus historias, y desde principios de año han intentado impulsar campañas como #filterdrop, que pretenden visibilizar lo irreal que son los filtros, porque según ellos nadie se había dado cuenta.



En contraste, la generación Z (o sea todos los que tienen de 15 a 24 años aprox) se han encargado de crear una nueva narrativa alrededor de este tipo de fenómenos digitales. A través de cuentas como @YassifyBot en Twitter o el #yassified han logrado hacer de la cara falsa de influencer todo un meme, y todo en menos de un mes. 150 mil seguidores en Twitter y más de 13 mil fotografías compartidas bajo el hashtag (en contraste con las 7 mil de #filterdrop) dan fe de que lo que para algunos podrían ser estándares de belleza nocivos, para ellos no es nada más que un chiste del que debemos reírnos todos.


En tan solo 20 días los centennials lograron hacer más que evidente cómo las compañías e influencers hacen uso de filtros, photoshop y apps como FaceApp para vendernos una farsa (lo cual les ganó reportajes enteros en medios de talla mundial como el New York Times y Vogue) pero lograron hacerlo a través del humor y la risa, en lugar del rencor y la victimización.


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